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“Es abuso, cualquier comportamiento encaminado a controlar y subyugar a otro ser humano mediante el recurso al miedo y la humillación y valiéndose de ataques físicos o verbales”. - Susan Forward -

La libertad es una oportunidad para ser mejor

“Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario, disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa,ímpetu,curiosidad,entusiasmo,interés”.-Anais Nin-


jueves, 26 de abril de 2012

⌛ Momentos ⌛



Momentos

La vida no transcurre paralela a deseos y esperanzas,
es fugaz, escurridiza y sigue su propia senda,
imprevisible e inquieta, inexorable hasta el fin.

El destino incierto es una incógnita,
que solo deviene en realidad
en el momento presente,
el único en realidad vivido,
el único en realidad existente.

Halos de un pasado ajeno
y de un futuro prometedor,
nos distraen de tu presencia,
goteo constante que acompaña nuestros días,
anhelos y sinsabores,
los más profundos pensamientos
y sentimientos no expresados.

Un tiempo que no tiene medida,
camino de única dirección
como olas sin retorno,
camino de la orilla…

¿Y después?
Y si solo es eso, y si no hay más.
Si solo hay momentos afortunados,
choques casuales, destellos de felicidad…

Son solo el momento, el instante fugaz,
que finalmente, nos llevará a la eternidad.

                               threisa.






lunes, 23 de abril de 2012

Disfrutar de las pequeñas cosas


http://enpositivo.com/2012/04/disfrutar-de-pequenas-cosas/



Antonio San José ha publicado un delicioso libro, La felicidad de las pequeñas cosas (Espasa), en el que hace censo de esos placeres sencillos que hacen más habitables nuestros días, como vislumbres de un paraíso perdido en medio del tráfago y el estrago de una vida arrojada a los perros. Acogiéndose al magisterio azoriniano, San José nos descubre que en estos «primores de lo vulgar» está nuestra más íntima verdad, sepultada entre una hojarasca de vanos afanes, ambiciones desnortadas y confusas desazones.

¿Y cuáles son esas ‘pequeñas cosas’ que San José desgrana en su libro? Algunas, de tan diminutas y modestas, pueden parecer nimias a simple vista: calzarse unos zapatos viejos, saborear unos churros, visitar una tienda de ultramarinos, volver a escuchar una canción que remueve los cementerios de nuestra memoria.
Pero, en su aparente nimiedad, esos instantes de fugitiva vida invocan un meollo de vida prisionera que no nos atrevemos a mostrar, que no nos dejan mostrar, que por pudor o cobardía hemos preferido anestesiar, amordazar, aherrojar con mil llaves y candados.
Y, sin embargo, ese meollo de vida prisionera que tales instantes invocan es lo más precioso que llevamos dentro, lo más expresivo y esencial; solo que nos hemos acostumbrado a mostrar lo más accesorio y mostrenco, la ganga superflua con la que hemos erigido una existencia vicaria, subalterna, fingida.
Trágicamente, esa existencia que mostramos en el escaparate de las pompas mundanas acaba gangrenando la vida preciosa que escondemos hasta anularla; y, casi sin darnos cuenta, descubrimos un día que somos rehenes de una existencia impostada que nada tiene que ver con los anhelos que formulamos, allá en la remota edad en la que aún nos atrevíamos a ser.
En La felicidad de las pequeñas cosas, Antonio San José soslaya las reflexiones graves y campanudas. Pero en su apuesta por la levedad de esas minucias que refrescan nuestro tedio y trastornan nuestras rutinas se desliza siempre, como en sordina, una nostalgia que es a la vez una esperanza: la nostalgia de lo que fuimos y la esperanza de lo que aún podemos ser.
Y esas ‘pequeñas cosas’ que irrumpen en la monotonía de nuestro presente, como reminiscencias de un pasado dichoso o adivinaciones de un porvenir benévolo, son las grietas por las que se cuela, entre la escombrera y la chatarra de los días sin horizonte, una vida que nos fue prometida gratuitamente y a la que hemos renunciado por insensatez o vanidad, pagando peajes que cada vez nos resultan más oprobiosos. Disfrutamos de esos zapatos viejos que calzamos los fines de semana porque estamos hartos de los zapatos que avivan el dolor de nuestros callos; y más hartos todavía de los callos que nos han crecido en el alma, como excrecencias de mugre o insensibilidad.
Disfrutamos de los olores en desbandada que se respiran en una tienda de ultramarinos porque nos asfixia la asepsia de nuestros hangares comerciales; y más todavía el hedor de los aditivos y colorantes con que tratamos de aderezar nuestra vida robotizada, pasteurizada, envasada al vacío. Disfrutamos del cántico liberatorio y desafinado que improvisamos bajo la ducha cada mañana porque nos disgusta la circunspección que nos impone la urbanidad; y más todavía las afinaciones hipócritas que reglamentan nuestras relaciones humanas.
Disfrutamos de esas ‘pequeñas cosas’ porque hemos dejado de ser aguerridos y osados, porque hemos matado nuestra capacidad de asombro, porque hemos renunciado a la curiosidad, temerosos del descalabro; y de pronto nos descubrimos magullados de rutinas, envilecidos de renuncias y decepciones, expuestos al vaivén de las prisas, convertidos en «presentes sucesiones de difunto».
Pero no podemos contrariar impunemente nuestra naturaleza. Y nuestra naturaleza nos predispone al asombro cotidiano, a la celebración y al misterio; cuando esa naturaleza es humillada y escarnecida se cuela como un ladrón en el mausoleo fúnebre de nuestras vidas, disfrazada de esas pequeñas cosas o primores de lo vulgar que nos resucitan con un golpe de ola de mar o un sorbo de café amargo. Gracias, Antonio San José, por recolectar esos instantes privilegiados, como florecillas ateridas al pie del camino de la vida.

sábado, 4 de septiembre de 2010

"Personajes" condenados por pedofilia

PORTUGAL: Personajes también son condenados por pedofilia - IPS ipsnoticias.net
Por Mario de Queiroz

Seis años de acalorados debates en los foros judiciales que se arrastraron hacia una ciudadanía participante, concluyeron con el inesperado desenlace de castigo a reconocidas personalidades de la sociedad portuguesa por cometer abusos sexuales contra menores de edad.
El llamado proceso Casa Pía estalló a fines de 2002 por denuncias periodísticas y comenzó a ser juzgado en noviembre de 2004. Su conclusión este viernes, en el emblemático Campus de Justiça de Lisboa, marca también el fin del juicio más largo y más caro de la historia de los tribunales portugueses.

Carlos Cruz, ex presentador de televisión condenado a
siete años de cárcel por abusos a menores en Casa Pía. / 
AFP
En un dictamen de 66.100 páginas contenidas en 273 volúmenes y 588 anexos, cuyo resumen fue leído durante todo el día, el colectivo de tres jueces condenó a penas de prisión a seis de los siete acusados por actos de pedofilia cometidos en las últimas dos décadas del siglo pasado.

En la Casa Pía, un centro estatal de educación de 3.500 niños huérfanos e indigentes de todo el país, se ocultó por dos décadas una red de explotación sexual infantil frecuentada por políticos, diplomáticos, médicos, abogados y periodistas, ahora condenados.

Para cometer los delitos, los alumnos eran conducidos a diversos lugares por el chofer de la institución, Carlos Silvino.

Desde el inicio del proceso, el 25 de noviembre de 2004, se celebraron 461 audiencias en diversos tribunales. Fueron vistos o escuchados 1.000 discos compactos, 352 DVD, 12 vídeos y 1.000 grabaciones en casetes. Además, declararon 981 personas, entre testigos, víctimas y acusadores.

Entre los condenados más conocidos se cuentan Carlos Cruz, el más célebre animador de televisión del país hasta 2002, y el diplomático Jorge Ritto, quien antes de jubilarse en 2000 estuvo destinado como embajador en Sudáfrica y ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en París.

Luego de ser considerados probados los abusos sexuales contra un grupo de menores, los jueces condenaron a Silvino, quien también hacía las veces de proxeneta, a 18 años de cárcel, a Cruz y al médico João Ferreira Diniz, a siete años, al ex proveedor de la Casa Pía, Manuel Abrantes, a cinco años y nueves meses, a Ritto, a seis años y ocho meses, y al abogado Hugo Marçal, a seis años y dos meses.

Gertrudes Nunes, acusada de poner a disposición para estos crímenes su casa de Elvas, a 13 kilómetros de la frontera española, en la carretera entre Lisboa y Madrid, fue absuelta de todo cargo. Los reos deberán pagar indemnizaciones de 25.000 euros (32.200 dólares) a cada una de las víctimas, cifra reducida a 15.000 (19.325 dólares) en el caso de Silvino.

El veredicto de los tres jueces, que se turnaban para su lectura, no es definitivo, ya que los abogados defensores iniciarán una serie de recursos en tribunales superiores, lo que prolongará el proceso seguramente por años, debido a la morosidad de la justicia portuguesa, blanco de críticas de todos los sectores de la sociedad. No obstante, las primeras reacciones de personas consultadas en la calle sobre la sentencia de este viernes, hacen subir un tanto los bonos de los jueces.

Los curiosos concentrados frente al tribunal coincidían en que el fallo marca un hito en la historia de la justicia de Portugal.

Consultada por IPS en el exterior del vasto cordón de seguridad montado por la policía, Fernanda Aguiar expresó que "esta es la primera vez que los jueces condenan a personas importantes, lo que puede ser un inicio de cambio".

Aguiar, funcionaria de un hotel de Lisboa, añadió que este caso adquiere especial importancia porque "se trata de pedofilia, que incluye la prostitución infantil, algo que yo veo todos los días desde las ventanas del hotel", ubicado frente al céntrico parque Eduardo VII.

En efecto, el parque es un punto de encuentro entre jóvenes que se ofrecen para sexo con adultos, en general de más de 40 años, que les invitan a subir a sus automóviles.

"Es por eso que hoy, al acabar mi trabajo, vine hasta aquí, para ver que pasaría. Ojalá sirva de ejemplo para los que andan circulando en el Eduardo VII en sus automóviles lujosos buscando niños pobres", sentenció.

La pedofilia no afecta sólo a Portugal, sino a la mayor parte de la Unión Europea (UE), que en 2004 comenzó a ampliar los mecanismos para detectar menores desaparecidos y para combatir la explotación sexual infantil, con especial incidencia en los países menos ricos del bloque.

Ese año, la Comisión Europea, brazo ejecutivo de la UE, divulgó un estudio sobre la aplicación práctica de una base de datos, a partir del sistema de información de la Interpol (Policía Internacional), para el cruce de informaciones sobre las redes de pedofilia.

Sin cuestionar las medidas policiales, el Partido Comunista Europeo afirma que la explotación infantil está ligada a la discriminación y a la pobreza de las familias, es decir, se trata de un problema que podrá solucionarse "cuando esa situación también sea resuelta, independientemente de la criminalización que debe ser aplicada".

En marzo de 2009, la UE formó una alianza con empresas y policías con el propósito de intercambiar informaciones financieras privadas e identificar criminales que lucran mediante la distribución de pornografía infantil en Internet.

La UE, empresas de tarjetas de crédito, compañías de Internet y policías llegaron a un acuerdo para ayudar a identificar a los criminales y proteger a las víctimas, una iniciativa en la que participan empresas como MasterCard, Microsoft, PayPal y Visa Europe.

En marzo de este año, la comisaria europea de Interior, la sueca Cecilia Malström, presentó dos propuestas con el objetivo de armonizar medidas sobre el abuso sexual, donde se castiguen las formas de abuso a través de Internet, tales como menores que posen sexualmente ante una cámara.

En respuesta a las críticas sobre presunto atentado a la libertad de circulación de información en la Internet, Malström fue enfática: "La pornografía infantil no es libertad de expresión, es un crimen horrendo".

En todo el mundo, la incidencia de imágenes de pedofilia en Internet creció 149 por ciento entre 2003 y 2008, según un informe divulgado en 2009 por la organización no gubernamental italiana de defensa a la infancia víctima de abusos sexuales Telefono Arcobaleno.

Europa es la región con más pedofilia en la Red y donde se observa el crecimiento más considerable. Entre 2003 y 2008, el material pornográfico infantil creció 406 por ciento en los servidores europeos, totalizando 86,6 por ciento de toda la pedofilia online del mundo.